Javier Cabrero
Lidia Nogal
María Martín
Laura Zapatera
Cristina Miguel
La Infancia en la Edad Media
Durante la Edad Media (del
s.V al s.XV), la población se dividía entre adultos y pequeños adultos, nombre
que recibían los niños. Se consideraba la maternidad como la función esencial
de la mujer mientras que a los hombres se les encargaba gobernar, luchar y
enseñar.
Los niños, durante sus
primeros años, eran acusados con calificativos y desprecios: se les trataba de
inútiles, perezosos, mentirosos, llorones, traviesos…
La educación
En la Edad Media un altísimo porcentaje de la
población era analfabeta. Las personas que sabían leer y escribir eran los
clérigos.
Carlomagno creó nuevas escuelas abiertas a todo el mundo en la llamada
“Renovación de Carlomagno”, que diseñó la forma de educar de tal manera que era
gratuita para todos los niños y no solo para los que fueran a convertirse en
clérigos.
Avances de la época
La enseñanza de la medicina en las universidades: En estas
instituciones los médicos recibían su formación; por ello, se convirtieron
gradualmente en los principales centros del saber médico.
Durante la Edad Media se practicaban cesáreas, pero se realizaban una vez
que había constancia que la madre había muerto o no tenía posibilidades de
sobrevivir.
Un cirujano del siglo XIII, Teodorico Borgognoni, ideó
un método antiséptico para la
limpieza de heridas que ayudó a que las operaciones, como las cesáreas, fueran
más seguras.
Se crearon
hospitales en el siglo IV, un lugar donde los pacientes podrían ser
tratados por los médicos con equipamiento especializado.
Cuento
Separados al nacer
En un pequeño pueblecito llamado Zumbalulu vivía un rey y una reina muy obsesionados con la imagen que su pueblo recibía de ellos.
Una mañana de invierno, cuando los reyes despertaron
se dieron cuenta de algo maravilloso: ¡ESTABAN A PUNTO DE TENER EL SUCESOR QUE
TANTO HABÍAN ESPERADO!
A partir de ese
momento los reyes prepararon con mucha ilusión la llegada del primogénito sin
percatarse de la pésima noticia que les iba a cambiar la vida: ¡IBAN A TENER
MELLIZOS!
Esta noticia les podía arruinar la vida, ya que se decía que cuando una mujer daba a luz mellizos o gemelos se consideraba que uno de esos hijos era fruto de una infidelidad.
Esta noticia les podía arruinar la vida, ya que se decía que cuando una mujer daba a luz mellizos o gemelos se consideraba que uno de esos hijos era fruto de una infidelidad.
Un día
cualquiera, la reina comenzó a encontrarse mal. El rey muy nervioso rápidamente
llamó a las criadas de la casa para que cuidaran de ella y después de pasar toda la noche con sudores
y nauseas esta dio a luz a un niño llamado Noah y una niña a la cual no quisieron poner nombre.
Cuando la reina
se recuperó del parto, ambos decidieron abandonar a uno de los mellizos y por
ello la reina entregó a uno de los dos a su criada de confianza, Sara, quien
tenía que encargarse de dejarlo en el bosque para que así nadie en el pueblo
pudiera enterarse de su falsa “infidelidad” . Eligieron abandonar a la hija, ya
que necesitaban tener un heredero y esto solo podía hacerlo un varón.
El día que Sara fue a llevar a la niña al bosque se dio cuenta de que no podía hacer este acto de maldad y decidió llevársela a casa. Allí la cambió de ropa y pidió a su madre ayuda para criar a esa preciosa niña. Su madre muy ilusionada y triste a la vez aceptó sin duda y Sara decidió poner a la niña el mismo nombre que ella, Ainhoa.
Tres años más tarde, la madre de Sara fallece y Sara no tiene otra opción que llevarse a la niña a vivir con ella a palacio con la excusa de que Ainhoa era su sobrina.
Ainhoa y Noah
crecen juntos en el palacio con la única preocupación de ser felices… hasta que
un día ,cuando ambos tenían 15 años, escucharon a Sara hablar con otra de las
criadas de palacio, Amalia su mejor amiga, a la que le decía: “aunque nos duela
sabemos que Ainhoa tarde o temprano descubrirá la
verdad”.
Noah y Ainhoa comenzaron a investigar sin dar con la mentira con la que llevaban durante años, hasta que un día, cansados de tanto buscar y sin ver resultados, Sara, que se entera de su desesperada búsqueda, decide hablar con los dos y contarles la verdad de sus vidas: eran hermanos de sangre.
Tras esto Sara
les pide que por favor guarden el secreto como un tesoro, ya que nadie podía
enterarse de que Ainhoa también era hija de los reyes.
A partir de ese momento la vida de ellos seguiría
igual, aunque los dos sabían que tenían por fin a su lado esa parte de ellos
que siempre, sin saberlo, habían estado buscando.
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